viernes, 21 de diciembre de 2007

Navidad sin él

(Aviso previo:
Por favor, necesito más votos, sólo hay que pinchar en "votar",
en este link, antes del 31/12, por favorrrrrrrrrr, gracias).

Es raro caminar por Santiago y ver a tanta, tanta gente con miles de bolsas. Quizá me pasa porque ahora estoy como choqueada, porque este año, no busco regalos para mis ex suegros, mis ex cuñados y sus hijos...

Yo igual les iba a dar algo, sobre todo a los niños, pero.... Me imagino, que, como me conoce, al Nico se le ocurrió que yo haría regalos y por eso me llamó y me pidió que por favor no lo hiciera. (Bueno, tiene su parte buena, porque hoy los niños quieren puras cosas ultra tecnológicas y caras, la muñeca o los juguetes de madera ya no van como en la época de una, que lo más caro habrá sido una bici... mal igual).

Por supuesto que respetaré su postura, finalmente es su familia, yo estaba “prestada”. Me da pena, pero lo entiendo. Tampoco quiero que le regale cosas a mis papás ni a nadie de mi entorno. O sea, si nos damos cosas, esas cosas de alguna manera se vuelven engrosadores de una cadena, que él y yo queremos cortar. Y nos cuesta.

Sé que es mejor, pero es complicado dejar de pensar y hacer lo que has hecho feliz por 8 años, y que una creía y esperaba que sería así siempre. “Siempre” en estas fechas, para gente como yo, (e imagino que como el Nico), se hace una palabra tan triste y pesada...

Y me bajan como espejismo, y empiezo a ver la parte linda de todas las vivencias. Onda, “el año pasado, el Nico se disfrazó de Viejo Pascuero para los niños de su hermana, y nos reímos mucho”. O “El año nuevo pasado fue tan entrete, a bordo de la lancha en Valparaíso” (y yo me mandé a hacer un trajecito fuera de serie para la ocasión, me veía picho caluga), y así.

Y sé que eso es cierto, pero no me hago cargo de otras muchas cosas que pasaron y que detonaron la ruptura. Y me engaño, procurando buscar alguna hebra sólida, que me permita decirle, con propiedad, “mira, por esto y esto, vale la pena tratar de nuevo”... (¿Le pasará lo mismo a él, o la única pegada seré yo?).

Y entonces me pregunto, si ¿es la angustia del cambio, el miedo a la soledad, el ego herido de no aceptar un fracaso, el no ver el todo, o es realmente el querer al otro, a ese otro que ya no está durmiendo al lado?.

Y todo esto es porque esta será la primera navidad que pasaré sin el Nico en 8 años. Primera vez que no estoy en los planes ni en la organización de la comida en la casa de su familia el 24 (bueno, la verdad es que eso es un mega alivio, ¡qué manera de haber asuntos que coordinar!), y que no estará en el té del 25, en la casa de mis papás.

Supongo que igual él me comprará algo, como yo a él. Pero algo más bien piola... Un regalo, ex profeso, “ahí no más”, porque, ya NO SOMOS. Se rompió el “nosotros”. En estas fechas eso se hace tan patente, y... duele tanto. Igual es freak, pero me encantaba comprarle regalos especiales a él y verle su carita contenta al abrir el papel... Bueno, habrá que aprender a ser indiferente... Y empezar con lo material, me tinca un buen inicio.

Foto: Google images por "navidad triste", segunda hoja, aquí el link exacto.

sábado, 15 de diciembre de 2007

De dulce y agraz (por favor, denme 1 voto al final del texto)

La Cata me dijo que quería escribir una palabra resumen de la jornada por cada día del año... O sea, 365 palabras al 31 de diciembre. Yo empecé, decía tristeza, cansancio, alegría, y así todo el rato. A la segunda línea me dio lata.

La cosa es que la Cata lo hizo, y la leí y fue wow. Así que decidí que iba a hacer un texto resumen, en el formato que me dijo. No sabía que poner... Y entonces cerré los ojos y las escenas de 2007 empezaron a desfilar en mi mente. Las ordené en el tiempo.



Verano. Estoy con la Anto, la Cata y la Domi en Caburga después de mucho tiempo, igual que cuando íbamos al colegio y a la universidad. Voy porque el Nico está de viaje por pega. Duermo,
leo a la Isabel Allende y hacemos ski acuático como antes. ¡Que manera de reírnos!.

Otoño. El trabajo se me hace demasiado pesado, pero es mi refugio. Las cosas con el Nico se enfrían. Llegamos tarde seguido. Julio. Invierno de nieve como nunca. Santiago se ve increíble y saco muchas fotos. Me toca un caso en el sur, y aprovecho y me quedo unos días con la Pola. Vamos a las Termas Geométricas, y es como un resetearse. Llego contenta y energizada. El Nico habla poco, su mirada se pierde. Ya no me cocina, prefiere comer solo.

Agosto. Le digo al Nico que nos vayamos de viaje. Nos vamos para fiestas patrias a Europa. Increíble, no puede ser más rico. Y hoteles de primera, París, Praga y así. TOP. Volvemos. Él me cuida, me echa crema en la espalda cuando me baño y me calienta el pijama con su cuerpo. Pasó la tormenta.

Noviembre. Otra vez distancia. Empieza el buen tiempo y ando con vestido y sandalias (los masajes de la Fresia me dieron resultado). En el centro hace mucho calor (lo peor para el pelo, aunque una lo cuide).

Diciembre. Separación... ¿Será temporal?. No sé, ya no me ocupo del después. Mi ahora es buscar mi equilibrio... Y para eso otro verano con las amigas, y la pasantía a New York en marzo, auguran un buen comienzo.

Foto: original Monkey.net

viernes, 14 de diciembre de 2007

Last Night

Las cosas con el Nico ya no andan bien. Tratamos, los dos. Sé que nos queremos, pero la verdad es que no funciona nuestra relación de pareja. Quizá debimos parar hace tiempo, no sé. ¿Cómo saber cuándo es mejor decir “hasta acá antes que sea peor” o “hagamos otro intento”?.


Recuerdo cuando nos casamos, recién, y él quería tener hijos al tiro porque quería ser padre joven, como sus padres. Y ya rondábamos los 30, o sea ya estábamos tarde según él. Yo no sabía, estaba haciendo el master y estudiando la reforma, nada simple para mí, y trabajando a full. Y la verdad con todo eso cero posibilidad de andar gorda y con mareos... (Y menos ahorrar para la lipo de rigor, after the event)...

Le dije que esperáramos a que se estabilizaran las cosas. Él decía que para qué, que yo era la mujer de su vida, que teníamos tanto tiempo juntos (3 años de pareja en ese momento, hoy 8) que la máquina de pega no iba a parar nunca....Pero yo no quería.

O sea le decía que no estaba segura, pero me daba pánico de puro imaginarme agotada todo el tiempo como la Domi con sus dos niñitas... Exquisitas pero, para mí, de lejos y por un rato... Menos mal que él respetó eso y quedamos de hablarlo cuando pasara la tormenta..

Como buena niñita de familia que soy, no convivimos juntos en serio antes de casarnos. Digo, no soy del medioevo, normalmente salíamos fines de semana juntos a la playa o cosas así, pero hasta que nos casamos, yo vivía en mi casa –un depa. con 2 amigas- y él solo. Un tiempo antes del matri por la iglesia, por cosas prácticas –dejar la pieza de mis amigas, un lugar donde recibir los regalos. etc-, nos matriculamos en un crédito hipotecario para una casa y ahí empezamos a convivir, hasta hoy.

Y claro, al principio la tónica era cambiar regalos y decorar y estar todo el tiempo juntos... Lo cual fue lejos lo más nice del asunto. Decoré onda minimal con toques japoneses originales de mi viaje a Tokio, y molesté hasta que compramos un piano... (Ya, teclado, y nunca tomé las clases que prometí que tomaría, pero igual la intención cuenta, yo creo).

Pero luego lo doméstico empezó a pesar heavy. El orden, los horarios, las compras... La rutina en casa versus los desafíos laborales Lo penca de lo primero ante lo interesante de lo segundo, empezaron a cargar la balanza más hacia ese último lado. Y el tema de los hijos fue postergándose de un modo natural...

Empezamos a hablar poco, siempre estábamos cansados, siempre había algo más importante. Y cuando teníamos algo de tiempo, nos íbamos a la cama y hacíamos como que todo estaba bien. Porque en ese terreno seguía siendo todo muy bueno.... O sea....MUY BUENO.

Nico,¿qué pasó con nuestras conversaciones? Le pregunté hace un tiempo ... Y él me miró con sus ojos brillantes, y me dijo, triste “No sé Maidi... Pero es un hecho que ya no las tenemos”... Nos quedamos en silencio... Tuve pánico de preguntar más. Me hice la loca. Esa noche dormimos al lado, pero declaradamente lejos. Como nunca.

En un acto desesperado, con la esperanza ligera, al día siguiente le dije, vámonos de viaje. Y fuimos. Los preparativos nos dieron excusas para no abordar lo que no nos pasaba ya. Las ciudades visitadas fueron mis preferidas... Él las eligió. Compró tours sorpresa en Praga, Florencia, París, y en primera... (¡Al fin!).

Y vimos, y caminamos de la mano, y nos deleitamos con Europa... Y en ese momento, él y yo jugamos a que estábamos conectados, y parecía cierto incluso. Pero, al llegar de vuelta, vimos que en verdad todo era tan forzado...Qué lata que lo gris de la ciudad se meta hasta en las parejas...(Europa estaba en otoño, pero súper soleado y había calorcito, nada de gris y la ropa venía increíble, compré varias cositas súper lindas, inclusive un vestido Prada -sí, un lujo, pero no lo pude evitar, es que era...O sea, TOP TOP TOP-).

Anoche hablamos. Por mucho que yo quisiera minimizar el tema, ya era imposible ocultar la distancia. Las lágrimas nos corrían a los dos... Fue nuestra última noche. Le dije que me iría yo.... Y en la mañana partí con mis bolsos, para ir a dormir a la casa de mi mamá.

martes, 11 de diciembre de 2007

Pituca pero no tonta

Grrrrrrrrrrrr. Me dio una rabia, que casi pierdo la compostura. Menos mal que mi amiga Angelita me enseñó esa respiración en yoga... Parecía loca yo ahí en la escalera del tribunal, que inhala, que exhala...

La cosa empezó mal. O sea, fue así: “Buenos días Ricardo”, le dije al ex marido de mi clienta cuando llegó, dándole la mano. (Tenía las uñas negras y me dio un asco....Wuacatela. Afortunadamente yo siempre ando con mi jabón líquido, de ese que se seca solo, topísimo para gente maniática como yo).
Después saludo a mi colega y le digo “Magdalena Vogüel, mucho gusto”. Y el tipo me estrecha la mano en silencio, -enérgica sí-, me mira sin sonreírme, pero con ojos de “no sabí ná con quién te estay metiendo cabrita”. No me dice su nombre. Último. Me cayó pésimo, obvio. Y cuando lo suelto, cacho que me pega LA lookeada de arriba a abajo.

Y así como de angustia, me pasé como mil películas en un instante: que tenía un punto de la media corrida (pero me acordé que no uso ahora, que es verano). Después que estaba con el medio ni que cañón en las piernas (y obvio que no, si para eso uso la maquinita every day... Para que no duela después – es que la depi duele tanto-). Que se me había quedado el cierre del vestido abierto (¡Horror!). Que me puse zapatos que no van. Que se me corrió el maquillaje y parecía payaso de circo. Y así como quinientos trailers a todo color.

Pero revisé con mi espejito mágico, y no. Todo estaba en su lugar.
Ya. Hicimos lo que teníamos que hacer (dejar documentos, firmar, acordar, nada muy trascendente) y definimos la fecha del siguiente encuentro. Me despido de mi clienta.

Voy bajando la escalera y lo escucho: “A esta mina pituca la despacho en dos tiempos compadre. O sea, yo creo que está jugando a la señorita que trabaja, pero que le da lo mismo. Se cacha de una que ella es la típica niñita fifí que el marido la mantiene. O sea, obvio que no sabe negociar. Tranqui, estamos al otro lado”.

Es que creo que se me subió la bilirrubina, la espumita, y todo lo demás junto. Me puse furia, furia (pero al tiro me acordé que eso trae arrugas, así que mientras respiraba me estiraba la cara, por si).

¿O sea, porque una tiene buen gusto y puede pagar pilchas de diseñador, manicure y pelu, es tonta? Yo no soy mantenida, pero mi mamá sí, y es seca a la hora de negociar. Una cosa nada que ver con la otra.

O sea, ¿porque vengo de colegio privado y tengo los ojos claros, entonces cero neurona?... Me cargan los estereotipos. La rubia tonta, el negro feroz a la hora D, la japonesa servicial, etc.. Si finalmente, hay de todo en la villa del señor.

Después de calmarme los nervios, me dije que esto era un buen aliciente para ganarle el caso sí o sí al fulano ese. ¿Qué se habrá imaginado?. Y decidí que para la próxima vez me iba a ver mina mina mina, para que se sintiera “vencido por una mujer” (igual que en la canción).





A ver si así aprende que existen pitucas inteligentes, y que a la hora de la verdad, son de temer. Sonreí con la idea. Y partí a comer una ensalada exquisita, con aderezo light, en un boliche vegetariano que pillé hace poco en el centro (10 puntos el lugar, como diría la Isi).

Foto: de Google images.

viernes, 7 de diciembre de 2007

33

Y pues llegué a la edad definitoria entre el antes y después, en la más Cristo. La edad del inicio para Huidobro en Altazor, la edad de la muerte para Evita y Dellouc. O sea, pura gente que dejó huellas indelebles... Y ahí mismo estoy yo, pero sin algo así que dejar para la posteridad. Mal.

Se suponía que máximo a los 30 había que tener un hijo, escribir un libro... Aunque sí planté el árbol. (Ok, a los 5 años, en Kinder, pero igual cuenta -o sea, lo hice-.).

Tener 33 es como entre lindo y complicado. Quizá se deba a lo que leí por ahí, que a los 33 es como la edad del espejo, el momento de la cuerda floja en equilibrio, la pausa. El momento para reflexionar sobre cuál será el lado del destino a seguir... Y yo estoy parada aquí, justo en la duda...

En el caso de los 33, yo creo, que la crisis se provoca, en primera instancia, porque es un momento en que se está entre la juventud y el dejar de ser adulto joven, para ser más adulto que joven... Duro igual, yo encuentro. (Menos mal que me veo de 27 porque compro mis cremas importadas sin falta, pase lo que pase. Además con esto del yoga tengo menos arrugas, topísimo).

El asunto es que al margen de como una se vea, igual tengo 33. Entonces una hace una especie de pausa y ve su pasado y su futuro y piensa: ¿Esto es lo que yo quería para mí? ¿Qué me falta? ¿Qué me sobra? ¿Qué hice bien, qué mal? ¿Por dónde debo proseguir?...

Y si bien desde que me casé el tema de los hijos social y familiarmente, como que igual jode su resto... De alguna manera rara, en este minuto, no es prioridad dentro de mis reflexiones.

Definitivamente me parezco a mis causas leguleyas, que esto sí, pero que esto no, que quizá por aquí, etc.... Debo haberme convertido en un caso por defecto profesional...

No soy fiscal, pero veremos por cual lado del espejo me lleva el destino y.... El auto juicio. Claro, que a lo jueza express sí, porque si lo tomo como queja en el SERNAC por el Transantiago, definitivamente muero en el intento.