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Es raro caminar por Santiago y ver a tanta, tanta gente con miles de bolsas. Quizá me pasa porque ahora estoy como choqueada, porque este año, no busco regalos para mis ex suegros, mis ex cuñados y sus hijos...
Yo igual les iba a dar algo, sobre todo a los niños, pero.... Me imagino, que, como me conoce, al Nico se le ocurrió que yo haría regalos y por eso me llamó y me pidió que por favor no lo hiciera. (Bueno, tiene su parte buena, porque hoy los niños quieren puras cosas ultra tecnológicas y caras, la muñeca o los juguetes de madera ya no van como en la época de una, que lo más caro habrá sido una bici... mal igual).
Por supuesto que respetaré su postura, finalmente es su familia, yo estaba “prestada”. Me da pena, pero lo entiendo. Tampoco quiero que le regale cosas a mis papás ni a nadie de mi entorno. O sea, si nos damos cosas, esas cosas de alguna manera se vuelven engrosadores de una cadena, que él y yo queremos cortar. Y nos cuesta.
Sé que es mejor, pero es complicado dejar de pensar y hacer lo que has hecho feliz por 8 años, y que una creía y esperaba que sería así siempre. “Siempre” en estas fechas, para gente como yo, (e imagino que como el Nico), se hace una palabra tan triste y pesada...
Y me bajan como espejismo, y empiezo a ver la parte linda de todas las vivencias. Onda, “el año pasado, el Nico se disfrazó de Viejo Pascuero para los niños de su hermana, y nos reímos mucho”. O “El año nuevo pasado fue tan entrete, a bordo de la lancha en Valparaíso” (y yo me mandé a hacer un trajecito fuera de serie para la ocasión, me veía picho caluga), y así.
Y sé que eso es cierto, pero no me hago cargo de otras muchas cosas que pasaron y que detonaron la ruptura. Y me engaño, procurando buscar alguna hebra sólida, que me permita decirle, con propiedad, “mira, por esto y esto, vale la pena tratar de nuevo”... (¿Le pasará lo mismo a él, o la única pegada seré yo?).
Y entonces me pregunto, si ¿es la angustia del cambio, el miedo a la soledad, el ego herido de no aceptar un fracaso, el no ver el todo, o es realmente el querer al otro, a ese otro que ya no está durmiendo al lado?.
Y todo esto es porque esta será la primera navidad que pasaré sin el Nico en 8 años. Primera vez que no estoy en los planes ni en la organización de la comida en la casa de su familia el 24 (bueno, la verdad es que eso es un mega alivio, ¡qué manera de haber asuntos que coordinar!), y que no estará en el té del 25, en la casa de mis papás.
Supongo que igual él me comprará algo, como yo a él. Pero algo más bien piola... Un regalo, ex profeso, “ahí no más”, porque, ya NO SOMOS. Se rompió el “nosotros”. En estas fechas eso se hace tan patente, y... duele tanto. Igual es freak, pero me encantaba comprarle regalos especiales a él y verle su carita contenta al abrir el papel... Bueno, habrá que aprender a ser indiferente... Y empezar con lo material, me tinca un buen inicio.
Foto: Google images por "navidad triste", segunda hoja, aquí el link exacto.